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Chile, Francia y la libertad de expresión

Lunes 6 de junio de 2016, escrito por Eduardo Olivares Palma

Entre querellas, despidos arbitrarios y conflictos de interés, los periodistas nos movemos cada vez más en un ambiente tóxico. Es cierto en Chile y es cierto en Francia. En materia de Libertad de Expresión, en todas partes se cuecen habas.

Mientras en Chile arrecia un (saludable) debate sobre la libertad de expresión y las relaciones más que incestuosas entre los grandes grupos económicos y los medios de comunicación dominantes, en Francia tuvieron lugar dos episodios que ponen en evidencia que, en cualquier parte del mundo, la libertad de expresión solo está garantizada si la ciudadania y los periodistas están alertas y hacen lo que a cada cual le corresponde hacer.

Naturalmente, como dice un viejo adagio francés, comparaison n’est pas raison (comparación no vale razón). Sin embargo, mas allá de la mera "sincronía" hay en la actualidad del periodismo en Francia elementos que pueden contribuir a enriquecer un debate que merece ir mas allá de las frases hechas.

Una querella presidencial

El sitio de información Mediapart - conocido por lo riguroso de sus investigaciones periodísticas y la absoluta independencia de sus periodistas/propietarios - publicó en el año 2012 el facsímil de un documento oficial de la Libia de Muammar Gaddafi. Dicho documento era la prueba de que el ex-dictador libio y Nicolas Sarkozy habían firmado un acuerdo en virtud del cual Libia aportaría 50 millones de euros a la campaña presidencial que, el año 2007, llevó a Sarkozy a la presidencia francesa.

Contrariamente a lo sucedido en el caso Bachelet/Qué Pasa, Sarkozy no se querelló por "injurias y calumnias ", cargos que, según los observadores, le hacían correr el riesgo de aparecer atentando contra la libertad de expresión. Su defensa optó entonces por poner en duda la autenticidad del documento publicado y presentó una querella por "falsificación, ocultamiento y uso de documentos falsificados y difusión de falsas informaciones".

Como suele suceder en estos casos, entre la lentitud natural de la Justicia y los recursos y apelaciones de todo tipo, pasaron 4 años antes que la justicia determinara, el 30 de mayo pasado, que "el conjunto de las investigaciones destinadas a determinar que el documento publicado por Mediapart (...) era un soporte fabricado mediante un montaje o todo otro medio o alterado por falsificaciones de toda naturaleza, no han permitido determinarlo". Dicho de otra manera, según la justicia francesa, nada prueba que el documento haya sido falsificado.

Todas las voces...¿todas?

Una situación diferente pero relacionada también con la libertad de expresión es la que está viviendo la periodista Aude Lancelin recientemente despedida de su cargo de directora adjunta del Nouvel Observateur, antiguo semanario "progresista" familiarmente llamado l’Obs. Motivo oficial del despido: "razones de gestión". ¿Reducción de costos, reestructuración de la empresa u otro de esos pretextos que el talento de ciertos managers es capaz de inventar para justificar despidos? Claude Perdriel, accionista mayoritario de la publicación, reveló días después la verdadera razón: "cuando se respeta al lector no se le impone una idea y Aude Lancelin le da tribuna a Nuit debout".

¿El "pecado" de Aude Lancelin? Haberle dado al movimiento Nuit debout un espacio en la sección "Debates" de la revista. Una sección que, como su nombre lo indica, está destinada precisamente a que se expresen todas las ideas, incluyendo las que no están en la "línea de la revista". Anécdota o agravante: Aude Lancelin es la pareja del economista y sociólogo Frederic Lordon, una de las figuras mas activas del movimiento nacido en la Place la République.

En un "voto de desconfianza" [1] contra el director de la revista, 80% de los periodistas condenaron la medida recordándole que, según sus propias palabras, l’Obs debía ser la revista de «todas las izquierdas» y actuar como un "agitador de ideas», especialmente en materia de debate intelectual. Por su parte, junto con considerar el procedimiento como "excepcionalmente violento, arbitrario y justificado por acusaciones totalmente inconsecuentes e imaginarias", los abogados de Aude Lancelin calificaron el despido de "hecho sin precedentes, totalmente inédito en la historia del Obs y excepcional en la historia de la prensa francesa".

Evidentemente, no todas las situaciones son comparables, las historias de Francia y Chile, de sus medios de comunicación y del periodismo no son las mismas. Pero no cabe duda de que en materia de Libertad de Expresión la mala noticia es la misma: en todas partes se cuecen habas cada vez más indigestas.

Eduardo Olivares


[1En Francia, los periodistas de un medio al que llega un nuevo director tienen derecho a votar para expresar su confianza (o lo contrario) en el "nuevo jefe". Cuando fue nombrado, Matthieu Croissandeau, el actual director, obtuvo 77% de "votos de confianza". Asimismo, como en esta oportunidad, los periodistas, generalmente organizados en una Sociedad de Redactores, pueden tomar la iniciativa de promover un voto de desconfianza o censura.